“Swinging in the backyard, pull up in your fast car, whistling my name” (“Mecerse en el patio trasero, arrancar en tu coche rápido, silbar mi nombre”). Este es el comienzo de Videogames, probablemente lo más conocido -¿o lo único?- de Lana del Rey en algunos círculos musicales y de melómanos en Bolivia.
Sin embargo, esta neoyorquina de 25 años lleva dando de qué hablar desde hace varios meses a la crítica musical y, sobre todo, a la gente que pone una y otra vez sus videoclips en YouTube y otras redes sociales.
Lana del Rey ya es todo un éxito. Y la cosa sorprende porque la joven de Nueva York apenas publicó esta semana su primer disco Born to die, que en realidad es el segundo, pues el primero: Lana del Rey alias Lizzy Grant, fue un experimento digital muy modesto, que ella misma retiró de circulación. Lo cierto es que con el reciente lanzamiento, el furor en tono a su figura no hizo más que crecer, sobre todo en Europa y América Latina.
Con sólo dos canciones en el mercado, Videogames y Blue Jeans, y una carrera que arrancó hace apenas dos años, la cantante y compositora de 25 años se colocó en los primeros diez puestos de las listas de ventas de diversos países y no sólo consiguió buenos números entre el circuito más comercial, sino que se granjeó además el apoyo de algunos medios especializados.
Claro que, como pasa con todos en la farándula, también sumó casi en la misma medida a sus detractores y críticos, sobre todo tras una poco afortunada presentación de mediados de enero en el célebre programa Saturday Night Live, en cuyo escenario se mostró nerviosa, con poca soltura y hasta desafinada.
El mito
Guapa, con un estilo personal, una atractiva figura y con un sólido asesoramiento musical y de imagen en sus espaldas, Elizabeth Grant, como en verdad se llama, es el ejemplo claro de una nueva forma de marketing musical.
En torno a ella todo está pensado hasta el mínimo detalle, hasta casi decir que las casualidades de la mano de Lana del Rey (nombre que proviene de la actriz Lana Turner y del auto Ford del Rey) no existen.
La “Nancy Sinatra gánster”, cómo ella misma se autodenomina, define su género como “pop triste de Hollywood”.
Y es que, a la hora de evaluar sus influencias, es innegable que bebió de las bandas sonoras de películas en blanco y negro, del cine de David Lynch y de esa ciudad que lo tiene todo, Nueva York; y eso se evidencia en cada arpegio de su guitarra y en las tenues y plácidas melodías de su dulce pero poderosa voz.
Aún sea sólo un producto de una gigante discográfica, o una sobrevalorada chica pop con pasable voz y buenas ideas, como algunos acusan, todo indica que acaba de nacer una nueva estrella y que el nombre de Lana del Rey empezará a instalarse, de manera irreversible, en el imaginario popular del consumidor promedio de cultura en occidente.
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