Andrés Barreto creó Grooveshark, un sitio de Internet para escuchar música en línea sin descargarla, cuando tenía 18 años. A los 24, ya fundó cinco compañías y tiene nuevos proyectos en mente.
La historia de Barreto con Grooveshark empieza en 2006, cuando con Sam Tarantino y Josh Greenberg comenzó a probar una nueva página de streaming en un pueblo de 100 mil habitantes, Gainesville, ubicado "en medio de la nada".
El proyecto se convirtió en una de las plataformas de música más populares, con 35 millones de usuarios y 110 millones de canciones en línea, que pueden agruparse en listas de reproducción almacenadas en la nube y, por ende, disponibles en cualquier parte del mundo.
Andrés nació en Bogotá, Colombia, aunque cuando tenía 12 años se mudó con sus padres -un ingeniero eléctrico y una odontóloga- a Estados Unidos. Desde chico, decía que él iba a crear grandes proyectos.
De adulto, empezó a estudiar Ciencia Política en la Universidad de Florida, pero su talento estaba en otro lugar. Durante el primer semestre de la carrera, montó su primera compañía, Socialatom.
Actualmente Socialatom Group se encarga de apoyar startups, en aspectos como relaciones públicas y tecnología, para compañías de América latina que quieran ingresar a Estados Unidos y viceversa, según señala el portal colombiano Finanzas Personales.
Atraído por sus orígenes, en 2008 viajó por dos años por todo el continente para dar charlas sobre innovación tecnológica y entrar en contacto con emprendedores de América latina.
Su conclusión fue que existía en la región "un potencial inmenso para los emprendimientos en tecnología". A partir de esta noción, fundó Pulso Social, un espacio de Internet para impulsar proyectos.
"Existía el mito de que en la región no existen los tres ingredientes para crear un ecosistema fuerte de emprendimiento: cultura, talento y capital", explica Andrés, que se propuso derribar esa idea.
En 2010, creó Onswipe, un proyecto para monetizar mejor la publicidad de contenidos en dispositivos touch y tabletas.
La lista de Barreto continúa, lo que demuestra su gran potencial. Sin embargo, aclara que también es necesaria la persistencia y no tener miedo a los proyectos. "La primera versión de Grooveshark era un Frankenstein... Pero siempre va a ser mejor tener que reconquistar a un público más tarde, que quedarse años pensando en un concepto perfecto que tal vez nunca va a estar listo", aconseja.
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