Laurene Powell Jobs, con 46 años, una carrera y un máster entre Wharton (la escuela de negocios de la Universidad de Pennsylvania) y Stanford, tiene tres hijos fruto de sus 20 años y medio de matrimonio con Steve Jobs, cuya muerte le convierte en la viuda heredera del imperio de la manzana.
La mujer del cofundador de Apple fue la ex estudiante que, según un biógrafo con mala baba, se jacataba de haber elegido la californiana Stanford «para conocer a un millonario de Silicon Valley, como Steve Jobs», universidad en la que se conocieron tras una conferencia.
No solo ha sido la mujer que ha protegido la privacidad de Steve Jobs durante sus siete años de enfermedad, sino la que le hizo cambiar el look bizarro que lucía en los años 80 y le animó a implicarse tanto en la ayuda social como en política.
Vegetariana como su marido (aunque él hacía una excepción con el pescado) impulsó la creación de una fundación para estudiantes con menos posibilidades y a inyectar dinero a varias fundaciones por los derechos de las mujeres además de convencerle para financiar puntualmente al Partido Democrático.
Reconoció a su hija ilegítima
Sorprende el hecho de que Laurene y sus tres hijos fueron los que instaron al cofundador de Apple, conocido por tener un carácter irascible y ser un padre impasible, a reconocer legalmente a la hija que tuvo con la pintora Chris-Ann Brennan.
Fue tal la implicación de Laurene en este asunto, que incluso convenció a Lisa Brennan-Jobs, licencida en Periodismo en Harvard, a irse a vivir con ellos.
Es maravilloso pensar que el cofundador de Apple, padre de NeXT y Pixar, creador del iPhone y del iPad, necesitase del apoyo de Laurene en cada momento, como se puede ver en la foto tomada hace unos meses por Lea Suzuki del San Francisco Chronicle, en la que Steve Jobs se apoya en la cabeza de su gran amada, sonriendo como un niño.
ABC
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