Los gigantes tecnológicos Apple y Samsung están enzarzados en una larga disputa de patentes que tiene como trasfondo su intento de dominar el rentable mercado de los "smartphone", y deja claro que la surcoreana es, actualmente, la única capaz de hacer sombra a la marca de la manzana.
La batalla legal entre ambos gigantes tecnológicos comenzó en abril, cuando Apple demandó a Samsung por copiar el diseño y algunas de las características de sus iPhone y iPad en las series Galaxy, algo que hasta el momento se ha saldado con la suspensión temporal de ventas de productos del surcoreano en Alemania y Australia.
El hecho de que Apple se centre en sus demandas contra Samsung y no con otras empresas de la competencia que fabrican aparatos muy parecidos a los pioneros iPhone y iPad es un indicador de que la multinacional surcoreana es su mayor rival en el sector.
El temor de Samsung, que se apresuró en Holanda en introducir modificaciones de software de sus "smartphones" para evitar una suspensión, es que las victorias legales de Apple echen a perder su campaña navideña.
El grupo surcoreano respondió a las denuncias de Apple con demandas similares, en una guerra judicial en la que aún hay deliberaciones pendientes en Europa, EEUU o Japón, sus principales mercados, lo que hace vital para ambas empresas imponer sus argumentos legales o alcanzar un acuerdo.
El choque entre los dos principales fabricantes de móviles y tabletas parece no tener un final cercano, y más aún desde que Samsung decidió intensificar desde el mes pasado sus contraataques contra Apple.
Ahora, la surcoreana quiere la suspensión de las ventas de los teléfonos de Apple por utilizar sus tecnologías de transmisión de datos de tercera generación.
El punto fuerte de Samsung es esta lucha es su cartera de patentes de hardware, que hacen que su Galaxy SII aventaje en grosor, peso, memoria a la mayoría de sus competidores; mientras que los iPhone han conseguido millones de seguidores también por su software y su diseño.
En esta guerra judicial Apple lleva por el momento ventaja, al tiempo que sus diferentes versiones del iPhone, pionero en utilizar pantalla táctil, un solo botón de menú y aplicaciones en web, se han erigido en uno de los grandes éxitos de la historia de la electrónica de consumo.
Incluso las relativas pocas novedades del iPhone 4S, recibidas en los mercados con signos positivos para la competencia, no han impedido que este dispositivo presentado a principios de mes haya vendido más de cuatro millones de unidades en solo tres días.
Estos números hacen saber a poco los 20 millones de unidades del Galaxy SII distribuidas en seis meses, aunque el dato, sumado a las ventas del Galaxy S y los Galaxy Tab, han convertido a Samsung en el segundo fabricante mundial de móviles y tabletas.
Samsung Electronics, que también es el segundo fabricante mundial de teléfonos móviles, ha superado en el nicho más rentable de los "smartphones" a Nokia, de capa caída por su tardanza en reaccionar a la carrera tecnológica que domina la industria.
Pese a los reveses legales (el último, el rechazo en Holanda de la demanda de Samsung contra Apple por usar su tecnología de comunicación 3G), la surcoreana goza de buena salud y espera seguir comiendo cuota de mercado a la empresa moldeada por el fallecido Steve Jobs.
Además, la buena acogida de su gama Galaxy, mejor que las de otros competidores como HTC o LG, permite que Samsung espere unos beneficios operativos para el tercer trimestre del año por encima de las expectativas de los analistas, con un aumento de las ventas de casi el 2 por ciento.
Aunque Samsung no ha querido adelantar las razones de estas previsiones, todo apunta a que los "smartphones" y las tabletas están detrás del mantenimiento del beneficio pese a la crisis económica, especialmente por su margen de beneficio.
Ante las jugosas perspectivas de negocio, las grandes firmas de electrónica quieren reconducir su producción y sus departamentos de innovación y desarrollo hacia nuevos aparatos que sustituyan a los ordenadores portátiles.
Pero pese a ello, todo indica que las guerras de patentes, esas ideas por las que se pagan grandes cifras y se firman grande contratos, no ha hecho más que comenzar.
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