Desautorizada. Descalificada. Despreciada por inexacta, plagada de incorrecciones cuando no de falsedades. Y hasta por ser escrita por cualquier don nadie. Pero seguro que quienes se rasgan las vestiduras despotricando contra Wikipedia (el quinto sitio más consultado de la web) son los mismos que espían a escondidas esta fuente inagotable de información.
Pese al formato virtual de ese esfuerzo de un sinfín de colaboradores consagrados a compendiar la totalidad del conocimiento, esa sed de infinito nació con el hombre mismo. Acaso un sueño acariciado desde siempre, desde la malograda Biblioteca de Alejandría, que llegó a albergar 900 mil volúmenes, hasta la célebre Encyclopédie ou Dictionnaire Raisonné des Sciences, cuyos 70 mil artículos, que llenaban más de 25 mil páginas, vieron la luz entre 1751 y 1772.
Sus editores de entonces, D'Alembert y Diderot, no podían imaginar que serían los ideólogos ilustrados de un proyecto semejante en formato digitalizado y con alcance global.
Tampoco pudieron imaginar que sus ideales revolucionarios (libertad, igualdad y fraternidad) serían puestos en práctica en un sueño vuelto realidad que el 15 de enero celebró su primera década de vida. Aquel ideario ilustrado se cumplió en parte cuando Jimmy Wales creó una plataforma con el objetivo de ofrecer una enciclopedia de libre acceso escrita por miles de voluntarios que, fraternalmente, donan su tiempo y conocimientos a una empresa cultural igualitaria que no sólo no reconoce los derechos de propiedad intelectual de sus colaboradores anónimos, sino que puede ser editada (esto es corregida o enmendada) por cualquier usuario-internauta.
Pese a sus debilidades (desde el vandalismo ejercido sobre sus textos hasta el revisionismo político intencionalmente sesgado) y a sus límites manifiestos (cómo conciliar posturas intachables que disienten entre sí), Wikipedia significa la consumación del acceso a la información que puede ser la antesala del análisis crítico y reflexivo.
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