El uso indebido del servicio de mensajes WhatsApp puede ser peligroso porque crea adicción en algunas personas y deja huellas difíciles de controlar y borrar, alertaba esta semana el catedrático de Psicología de la Universidad del País Vasco, Enrique Echeburúa.
Jorge está ahora mismo en línea pero aún no ha respondido, Mercedes escribió por última vez a las cinco y cuarto de la madrugada o Juan hace seis días que no se conecta, son algunas de las averiguaciones que se pueden hacer simplemente mirando el WhatsApp y que pueden resultar comprometedoras.
Huellas que hacen que la aplicación móvil WhatsApp pueda provocar conflictos amorosos o malentendidos entre amigos si sus usuarios lo utilizan de forma irracional y como una herramienta de control, considera este experto. Este servicio de mensajería también tiene su cara positiva si se utiliza de forma racional, al tratarse de una forma de comunicación gratuita, rápida y con la que se puede intercambiar fotos, vídeos y comentarios tan sólo con conectarse a una wifi en cualquier parte del mundo.
Sin embargo, la escena de una pareja o de un grupo de amigos con una cerveza en una mano y con el móvil en la otra es frecuente y representa otro de los principales problemas del WhatsApp: el desinterés por la vida real, ha comentado el experto tras impartir una conferencia en Tenerife.
El especialista pone como ejemplo de adictos a las personas que son capaces de escribir 40 mensajes entre las diez de la noche y las dos de la madrugada, una anomalía que altera el transcurso normal de la vida de cualquiera que trabaje o estudie, tenga amigos y aficiones.
También tienen un problema de adicción quienes utilizan esta aplicación móvil para controlar y cuando no son capaces de charlar con otras personas sin dejar de consultar el móvil de forma constante y respondiendo a los mensajes de forma inmediata, cualquiera que sea el escenario.
La pérdida de control, una interferencia grave en la vida cotidiana (en los estudios o en el trabajo) y una dependencia constante son algunos de los síntomas que identifican a las personas que han pasado de ser usuarios del WhatsApp o de una red social a enfermos.
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