Las redes sociales influyen sin duda en la forma de escribir de quienes las usan y constituyen una oportunidad de oro para fomentar el diálogo entre los hispanohablantes. Ya no se escribe de manera unidireccional sino "buscando la respuesta", que no siempre será plácida ni positiva.
"Las redes sociales son un balcón desde el que gritar lo que se piensa, y eso deben tenerlo en cuenta los que escriben en internet porque a veces se producen reacciones no calculadas", afirmó hoy Xosé Castro, traductor, guionista y experto en terminología informática, en la jornada "El buen uso del español en los medios sociales".
Organizada por la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) y la Asociación Española de Comunidades "Online" (Aerco-PSM), la jornada sirvió para reflexionar sobre la influencia de las redes sociales en el lenguaje y el nivel de exigencia que se debería tener al escribir en Facebook o en Twitter, dada la enorme repercusión que alcanza lo que se dice en esas redes.
Los expertos participantes aseguraron que "no hay que tenerle miedo a Twitter ni a Facebook, porque no ejercen una presión sobre la lengua sino que suponen una oportunidad", y coincidieron en afirmar que la influencia que los medios de comunicación tenían sobre el lenguaje se ha desplazado a las redes sociales.
"En Twitter vemos que determinadas personas tienen una gran influencia en su entorno porque poseen el talento de comunicar. Es difícil controlar ese mundo tan abierto; son los individuos, y no los medios", los que influyen en la forma de expresarse, dijo en esta jornada Gumersindo Lafuente, adjunto al director de El País.
Coordinada por Álvaro Peláez, filólogo y periodista perteneciente a la Fundéu, la sesión contó además con expertos como Mario Tascón, director de un manual de estilo para los nuevos medios; Guillermo de Haro, directivo de varias multinacionales, y Txema Valenzuela, responsable de comunicación "online" y redes sociales de BBVA.
Internet, dijo Lafuente, ofrece "un espacio de comunicación instantánea y universal que antes no existía", y ha acabado con "los compartimentos" en que estaba dividido el español de los diferentes países. De ahí que las Academias de la Lengua "no deberían estar preocupadas por conservar el idioma, sino por su evolución y adaptación a los nuevos medios".
Cuando se escribe en las redes, señaló Tascón, hay que tener en cuenta que el lenguaje de un país puede resultar equívoco en otro. "Los españoles nos creemos los garantes del idioma", pero, como recordó Peláez, hay más de 400 millones de hispanohablantes y en España viven solo el diez por ciento.
"El lenguaje es de todos y, en muchos casos, en algunos países pueden tener más que decir que nosotros", aseguró Tascón.
Txema Valenzuela describió gráficamente cuál es la situación: "En los últimos años, gracias a Twitter, nuestra identidad consiste en una foto muy pequeña y el resto es lo que escribimos, y eso hace que nos preocupemos mucho más por cómo lo hacemos".
En las redes los usuarios se mueven a veces "en círculos" y no se habla para todo el mundo sino para quienes "comparten nuestros mismos intereses". Eso "genera jergas propias", como sucede en el ámbito de la economía, la publicidad, el "marketing".
"Esos intereses empiezan a ser las nuevas fronteras en torno al idioma, no las físicas", afirmó Valenzuela, quien también llamó la atención sobre lo fácilmente que "las incorrecciones en el lenguaje" acaban arrastrando a los usuarios de las redes.
Twitter y Facebook "están creando una nueva ortografía. La norma académica sirve hasta que enciendes el ordenador", porque también hay "una ortografía aplicada que se impone desde la red", señaló Xosé Castro, quien recomendó no abusar de los anglicismos ni de las mayúsculas. "El español es una lengua minusculista".
Aunque a veces una mayúscula cambia el sentido de la frase: "No es lo mismo decir 'la Virgen del pueblo' que 'la virgen del pueblo", dijo Castro con humor.
Y, anglicismos los justos. Hay que olvidarse de expresiones como "stop and go" o "vamos a un 'paintball' a hacer un 'teambuilding'".
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