“Nos emociona compartir que la comunidad de Instagram ha crecido en más de 200 millones de “instagrammers”, que capturan y compartan sus vidas cada mes”. Así de orgullosa se mostraba la famosa red social de las instantáneas en la que se comparten 60 millones de fotos cada día
Los datos de otras redes sociales como Facebook no se quedan atrás. Sus 829 millones de usuarios activos por día, y a los que se les pregunta qué están pensando cada vez que se conectan, también «comparten» sus vidas a través de fotos, vídeos o enlaces. ¿Pero qué significa exactamente «compartir» la vida en internet? ¿Por qué a nadie le suena extraña la palabra «selfie» -autorretrato, en español- y por qué es tan fácil saber cómo nos sentimos, dónde estamos y con quién?
«Hay que plantear qué está pasando con la autoestima de las personas y qué le ocurre a la sociedad. Hoy en día se nos invita a potenciar una imagen muy superficial en la que todo vale. En vez de alimentar el «yo», el interior, las personas alimentan su ego. Hay adultos que siguen buscando la satisfacción externa. Es un síntoma de inmadurez, de falta de fortalecimiento de la personalidad y bajo ese fondo puede haber un trastorno de personalidad como es el narcisismo», explica el psicólogo clínico Juan Cruz González
Pero no solo la búsqueda de la aceptación mueve a los internautas. «Hay personas extrovertidas, con mucha afinidad social. También están los inseguros, que quieren dar una mejor versión de sí mismos y obtener una respuesta del entorno que les dé seguridad», explica el psicólogo Enrique González Huete. Dentro de ese comportamiento «hacia fuera» también se encuentran las personas a las que simplemente les gusta exhibirse. «Enseñan fotos suyas y suelen incidir en las partes corporales o eróticas, les importa explotar el aspecto físico», señala
LA COMUNICACIÓN Dentro de estos perfiles, que incluso pueden combinarse en un único individuo, aparece también el que se exhibe porque no puede desarrollar habilidades comunicacionales en el cara a cara, o que incluso las pierde por usar la red.
«Pasa mucho con gente joven, que no sabe qué hacer sin internet, que construye personajes, pierde el sentido de la realidad y crea una vida paralela en la red», señala el psicólogo Guillermo Fouce. «Van acostumbrándose a mantener su nivel de comunicación, de afectividad y de satisfacción a través de la red», añade González, quien advierte de que se puede llegar al perfil patológico. «Hay estudios que señalan que el uso excesivo de redes sociales se asocia con problemas psiquiátricos, como el trastorno obsesivo- compulsivo»
El fenómeno de la exhibición de las redes no tiene, sin embargo, como única explicación al individuo. «Influye la moda y la observación, si ves que lo hace otra gente, se normaliza», señala el pedagogo José Antonio Molina. «También influye la imitación: si todos lo hacen, ¿por qué yo no?», añade. En cualquier caso, los expertos advierten de la importancia de medir las consecuencias de lo que supone la exposición, sobre todo en los jóvenes
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