Weibo fue ideado a imagen y semejanza de Twitter para los internautas chinos. Como la mayoría de las aventuras chinas en la Red, nació y creció al abrigo de la censura, que no sólo sirve para controlar lo que se dice, sino también para crear o deshacer gigantes de la comunicación digital. Baidu en buscadores, Kaixin y Renren en redes sociales, el propio Weibo en la cateogría de microblogs, Tudou y Youkuen visionado de vídeos, son todos ejemplos de marcas que han logrado el dominio del mercado chino por la ausencia de competidores extranjeros, bloqueados por las autoridades.
Desde la pasada semana, Weibo, el Twitter chino, empezó a exigir a sus millones de usuarios que registren sus cuentas con el nombre real
Una de las ventajas de estas plataformas es que todas y cada una de ellas se pliegan sin fisuras a las exigencias de la censura, normalmente ejerciéndola como autocensura en un primer filtro. Sus sistemas rastrean palabras consideradas sensibles en los contenidos de sus usuarios. Palabras prohibidas de forma permanente (leáse libertad y Tíbet, independencia y Taiwán, masacre y Tiananmen, Falun Gong, Liu Xiaobo, Ai Weiwei, Zhao Ziyang, etc.) o bien un espacio determinado de tiempo, alcanzado en ocasiones cotas ridículas.
Dos ejemplos: 'Silla vacía' fue prohibido durante horas tras la vergonzosa ausencia del galardonado en la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz de 2010. Liu Xiaobo estaba, y sigue aún, cumpliendo una condena de cárcel. Y hace aproximadamente un año, cuando ciertas voces llamaban a replicar en China la primavera del jazmín árabe, el 'té de jazmín' se tornó amargo. 'Beber té', precisamente es también una de las frases fetiche en Internet. Conocida de sobra también por los periodistas, suele ser la invitación que hacen las autoridades cuando solicitan la presencia de alguien que consideran que se ha metido en problemas.
En este ambiente, a los usuarios no les queda más remedio que recurrir a términos ambiguos, llenos de ironía. A ratos son metáforas, circunloquios, juegos de caracteres chinos homónimos y cualquier cosa que sirva para despistar a las máquinas.
Los mensajes que se cuelan acabarán también por desaparecer a manos de empleados de las empresas dedicado al rastreo de posibles puntos de fricción con las autoridades. Pero el umbral de tiempo que transcurre hasta entonces permite que los mensajes corran como la pólvora. Dentro de las restricciones, así se explica que Weibo se haya convertido en un fenómeno de masas en China y, en más de una ocasión, un foro relativamente libre de intercambio de ideas o altavoz para las injusticias
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