domingo, 7 de septiembre de 2014

Guerra sucia’ salpica a las redes sociales y se amplifica en medios



La llamada “guerra sucia”, una de las estrategias recurrentes en las campañas electorales de los últimos 20 años, cobró fuerza este año en las redes sociales, desde donde salen mensajes que luego son amplificados por los medios masivos de comunicación.

Antes de la irrupción de estas redes —Facebook, YouTube y Twitter, especialmente— la estrategia de desprestigio estaba claramente asociada a los candidatos y los partidos inscritos en la contienda; hoy, según concuerdan analistas y periodistas, existen “operadores” que activan los mensajes en la red y de allí a los medios masivos.

“La guerra sucia no surge como un acto que únicamente lo hace algún miembro aislado. La guerra sucia emana de aquellas instancias que manejan las estrategias políticas”, sostiene el politólogo Marcelo Silva, quien además considera que estos “agentes” forman parte central de una determinada campaña y actúan en la sombra, pero bien contactados.

El “trabajo”, en segundo plano, de los “operadores” apunta a develar cosas. El periodista Rafael Archondo asegura que siempre se filtraron datos a los medios pidiendo el anonimato. Esta información después repercute negativamente en algún candidato y es una forma de restarle votación.

En la actual campaña, los operadores políticos ya se han puesto manos a la obra. Desde la aparición de la tendencia “Carajo, no me puedo morir”—en algunos casos jocosa— que provocó el audiovisual sobre la vida del empresario Samuel Doria Medina, candidato a la presidencia de la alianza Unidad Demócrata (UD), hasta la divulgación de denuncias como las del eventual “gasolinazo” en contra del presidente Evo Morales, candidato del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS), o la conversación, colgada de la red YouTube, en la que se involucra al mismo aspirante de UD con un caso de violencia de género, los mensajes emergieron en la red, pero luego cobraron notoriedad pública en medios audiovisuales y escritos.

Otro caso fue el registro de audio que el candidato a senador del Movimiento Sin Miedo (MSM) Mario Orellana desveló sobre unas declaraciones privadas de Morales en las que señala que la cumbre del G77 fue “la mejor estrategia” de su campaña en Santa Cruz. El audio fue transmitido por Twitter.

En política es más fácil destruir que construir. Silva dice que hay “operadores” de campañas que elaboran propuestas y las difunden; sin embargo, hacer proselitismo no es tan impactante como viralizar un video, audio o crear un meme. El proselitismo puede resultar simpático, pero es mucho más efectivo hacer guerra sucia.

“Las redes sociales son vehículos privilegiados para cualquier información que busque ser circulada. Permiten recibir sonido, imagen fija, imagen en movimiento, pero sobre todo, gracias a los teléfonos celulares, permiten registrarlo todo sin necesidad de transportar equipos o ser detectado”, comenta Rafael Archondo.

WEB. Por ejemplo, una vez que salió a la luz el audio de Doria Medina, la información fue replicada en las redes sociales, Twitter y Facebook, principalmente.

Según Archondo, aquello que goza de cierta popularidad se masifica y la información inunda la web con facilidad. “De modo que las redes sociales se prestan mucho a la llamada guerra sucia, porque no exigen una certificación de veracidad antes de su divulgación”.

“La televisión, la radio, los periódicos tienen más llegada y pueden amplificar lo que es viral en las redes”, puntualiza Silva, poco antes del inicio del periodo de campaña en medios masivos que comenzará este viernes 12 de septiembre.

Candidatos mantienen distancia

Entre los usuarios de las redes sociales también están los cinco candidatos a la presidencia, alguno de los aspirantes a la vicepresidencia y una gran parte de quienes esperan recibir la anuencia del ciudadano para llegar al Legislativo. Muchos de ellos prefieren mantener distancias o ser vigilantes silentes de la información que transcurre por la red.

Por ejemplo, el candidato a la primera magistratura del Partido Demócrata Cristiano (PDC), Jorge Quiroga, se ha declarado un observador no activo de las redes sociales. “Las veo, me informo, pero no intervengo”, señala el candidato.

El vicepresidente Álvaro García Linera, que postula al cargo por el  gobernante MAS, en varias oportunidades, aclaró que “nunca en la vida” se inscribió en una de las cuentas de redes sociales, aunque la Vicepresidencia está presente en ellas de manera institucional. El resto de los candidatos es activo, pero en ningún caso es protagonista directo de los mensajes.

Reyes Villa fue el blanco de Sánchez de Lozada

Erick Ortega

El candidato de Nueva Fuerza Republicana (NFR), Manfred Reyes Villa, en la campaña de 2002 era considerado un político “limpio” por los asesores estadounidenses de Gonzalo Sánchez de Lozada. Por eso, decidieron ensuciarlo.

El grupo asesor de Sánchez de Lozada fue el equipo de consultores de Greenberg Carville Shrum que, entre otras conquistas, consiguió la reelección de Bill Clinton, en Estados Unidos. En un reportaje sobre esta campaña, difundido por HBO, se observa la estrategia que se organizó para destruir al que consideraron era el aspirante opositor más importante.

En parte del material audiovisual se observa al asesor Tal Silberstaine hablándole a Sánchez de Lozada: “Tenemos que empezar la campaña negativa. Tenemos que convertirlo de un candidato limpio a un candidato sucio”.

En aquellas elecciones se inició una guerra sucia que incluso tocó las puertas de la casa de Reyes Villa. Hubo una campaña mostrando la mansión del opositor y cuestionando sus ganancias económicas. La decisión se asumió en parte porque el MNR no subía en las encuestas de percepción preelectoral.

El exalcalde de Cochabamba soportó la carga de su vinculación con el gobierno del exdictador Luis García Meza. Fue ligado a la secta Moon. Incluso se afirmó que el postulante opositor recibía dinero de dicha agrupación. Reyes Villa tuvo que hablar con el cardenal Julio Terrazas para negar tales relaciones.

La guerra sucia funcionó y el candidato que en 2002 iba primero en las encuestas cayó. Acabó tercero y sin opción para pelear por la presidencia. Después se alió al candidato que lo destrozó, Sánchez de Lozada. Meses después, en octubre de 2003, cayó ese gobierno.

Tranquilos: son solo políticos

Mario espinoza Osorio

Recuerdo de niño la elección de 1964 cuando la radio, el único medio con la inmediatez de la época, daba los resultados: MNR 250.548 votos (solo es un ejemplo), otros partidos… cero (este número es verídico). En ese momento casi no había campaña en los medios. Algo en los periódicos, algo más en la radio y no había televisión. Tampoco hubo debates, ni entrevistas ni insultos ni guerra sucia. Parecíamos Suiza con la diferencia de que había solo un partido político y su control y nadie más por quién votar.

La elección del 66 fue algo parecido y luego un largo silencio de la democracia hasta 1978. Ya veíamos televisión. Más periódicos, más radios y más ansias de democracia y libertad. Por eso nuestras ciudades amanecían pintadas con una serie de improperios dedicados entre los partidos y que Raúl Rivadeneira tituló La guerra de los insultos en un libro memorable.

Lo demás es actualidad. La dicotomía amigo-enemigo que plantea Carl Schmitt con el argumento de que la esencia de lo político no puede ser reducida a la enemistad pura y simple, sino a la posibilidad de distinguir entre el amigo y el enemigo se hizo latente en nuestro entorno doméstico.Y en política se aplicó la idea de que solo es enemigo el enemigo público al que hay que visibilizar. Por eso y no por otra cosa es que los políticos se enfrentan en lo que parece ser la más descarnada de las luchas. No es tan así. Las victorias abrumadoras son solo circunstanciales. Luego vienen las victorias esmirriadas y la obligación de hacer alianzas donde los políticos siempre encuentran la excusa para reconciliarse. Se cruzan ríos de sangre, se olvidan agravios, se abrazan y se juran amor eterno. 23 años de haber cubierto el ámbito político me dan la autoridad para decirles que este es un tongo y que no les creo.

Mario Espinoza es periodista.

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