Todo comenzó con un momento incómodo en Internet. En los primeros años de la década de 1980, el ingeniero informático Scott Fahlman se dio cuenta de que sus palabras le estaban fallando. Al comunicarse con otros usuarios en un foro, se encontró con que le era difícil transmitir que algunos mensajes debían ser tomados como bromas.
Así que un día escribió los siguientes signos, uno detrás de otro: dos puntos, un guión y un paréntesis. Y creó así uno de esos símbolos que hoy son inmediatamente reconocibles.
Desde entonces se han creado miles de emoticones, símbolos gráficos que se emplean para expresar una compleja gama de estados de ánimo y conceptos. Y los investigadores están descubriendo en éstos un poder que no se había tenido en consideración hasta ahora. Creen que cuando los utilizamos para comunicar pueden transformar nuestras decisiones y comportamientos de forma inesperada.
Para entender el alcance que pueden llegar a tener, basta con revisar la página web de Vladimir Khotulev, que se dedica a recopilar emoticones japoneses, también conocidos como kaomoji, una variedad de símbolos particularmente diversa.
Coleccionar estos iconos gráficos es quizá una afición poco usual para un desarrollador de software de veintitantos años que vive en Bielorrusia, a medio mundo de distancia de la cultura japonesa que tanto le fascina. Pero el punto es éste: el lenguaje de los emoticones articula sentimientos de una manera universal. Pueden transformar una frase simple, dice Khotulev.
Khotulev argumenta que al usar emoticones se pueden provocar respuestas más fuertes y más variadas en una conversación en línea.
Pero el informático bielorruso no es el único interesado en estas figuras. Por ejemplo en Reddit, una comunidad en Internet cuyos miembros pueden añadir contenido, existe un foro dedicado a aclarar el significado de los emoticones y a sugerir nuevos.
Alguno de los emoticones más populares ha alcanzado el estatus de meme, una idea o un símbolo que se transmite de forma explosiva a través de la red, es el caso de la "cara de Lenny".
El emoticón en cuestión fue acuñado por primera vez en 4chan, una especie de plataforma de anuncios en Internet en el que cualquier usuario puede compartir mensajes e imágenes. Su significado es difuso. Así lo señala Urban Dictonary, un diccionario de palabras coloquiales creado por múltiples fuentes: "Sirve para cualquier cosa" y hace que aquellos que entendieron el chiste se rían hasta reventar.
Ese carácter inefable hace que los que entienden estos símbolos se "apropien" de ellos y puede alimentar un sentido de comunidad en una plataforma en la que la comunicación es anónima o basada sólo en el texto.
SIGNIFICADO PERDIDO
Para Ben Agger, profesor de sociología de la Universidad de Texas en Arlington, Estados Unidos, el aumento del uso de los emoticones dice mucho de cuán limitados estamos sin ellos a la hora de comunicarnos en línea. "Los emoticones traen los matices de la comunicación cara a cara, esas sutilezas que se pierden cuando interactuamos con una pantalla de por medio", explica.
En su libro Texting Toward Utopia Agger argumenta que vivimos "el más literario de los tiempos". Un tiempo en el que los niños y los jóvenes aprovechan el poder expresivo de la escritura para comunicarse a grandes distancias y a pesar de las presiones sociales. Y los emoticones, por supuesto, son un componente fundamental de esa forma de expresión.
INVESTIGACIÓN
El poder de los símbolos
Ahora que somos conscientes de la importancia social de los emoticones, los expertos han comenzado a investigar cómo estos símbolos nos influyen exactamente en las conversaciones.
Un estudio reciente concluyó que el incluir caras sonrientes en las evaluaciones negativas de los empleados aumenta las posibilidades de que estos comentarios sean tomados en cuenta, siempre y cuando sean específicos.
Otra investigación halló que los estudiantes tienden a participar más en las clases en línea cuando se utilizan emoticones en los grupos de discusión.
El modo en el que usas estos iconos también pueden revelar detalles sobre cómo eres. Las mujeres, por ejemplo, suelen usar emoticones con mayor frecuencia que los hombres. Esto sugiere que nuestra conexión con estas figuras y caritas es cualquier cosa menos trivial.
Está demostrado que los emoticones nos provocan una actividad cerebral similar a la generada cuando observamos un rostro humano real.
En otras palabras, estamos culturalmente condicionados para reaccionar de forma contundente ante estos símbolos. Realmente transmiten emociones complejas y significativas que las palabras por sí mismas no pueden.
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