Nada mejor que disfrutar un atardecer y una buena conversación con los amigos y la familia, buscar rincones ocultos y dejarnos llevar por una caminata en la naturaleza…. Todo esto es perfecto siempre y cuando no estemos pendiente del teléfono móvil. Pero parece que esto ya no es posible, pues estamos viendo el móvil de manera constante, casi obsesiva.
De hecho, ignorar a nuestros amigos para atender el móvil es una práctica que ya tiene nombre propio: Phubbing, un nuevo verbo que proviene de las palabras PHONE (móvil) y SNUBBING (ignorar), y que ha servido, incluso, como motivo de exposición (y denuncia) en el campo artístico.
Este término recientemente se ha investigado en la Universidad de Kent, sobre todo para conocer por qué se ha convertido en una práctica tan extendida en el siglo XXI.
En este contexto, se realizó una encuesta a 251 personas de entre 18 y 66 años, en la que todos afirmaron practicar el phubbing en cierta medida. Una de las conclusiones de la investigación era que se trata de una práctica de imitación. Es decir, que cuando haces phubbing a alguien, esa persona tenderá a hacértelo a ti, de manera que al final acaba por ser una forma aceptada de comunicación.
Y es que, antes del omnipresente móvil, pasábamos nuestro tiempo libre disfrutando de noches de sobremesa charlando en familia, pero hoy la nueva forma de relación social es estar reunidos mirando cada uno su pantalla. Así lo explica la socióloga experta en Social Media, Rosario Guillén a la revista Glamour. “Cuando los usos se extienden, empiezan a formar parte de nuestras costumbres. Por eso ya miramos el móvil aunque no haya notificaciones, aunque no vibre, aunque no suene, el simple gesto de mirarlo nos recuerda que ahí sigue y nos relaja”.
La escena típica implica a todos mirando el móvil, pues lo hacemos por imitación, como algo mecánico: “Yo miro mi móvil y tú aprovechas para mirar el tuyo y, al final, el tercero que considera que no es educado, lo mira también, por hacer algo mientras”.
Un uso sin limites
La pregunta es, ¿por qué lo hacemos? Uno de los principales problemas del teléfono móvil es que no sabemos dejar esa conversación de Whatsapp para luego. En cierto sentido, pensamos que es más importante contestar a esa persona que nos esta escribiendo que al que está en frente nuestro. Está claro que nos hemos vuelto adictos a la inmediatez, y no podemos (ni sabemos) ponerle límites al uso del móvil.
En este sentido, tenemos que contestar de manera inmediata, compartir lo que hacemos en el momento (y ahí el éxito de Snapchat) y subir esa foto ¡ya! ¿Por qué no esperamos para hacerlo cuando tengamos cinco minutos de tiempo libre? De acuerdo a la experta, “los psicólogos hablamos de esa dependencia como adicción sin sustancia y los más complicado en estos casos es que, normalmente, el objetivo no es la abstinencia de la conducta, sino aprender a controlarla”. Esto resulta difícil, ya que nuestro entorno y circulo social no ayuda, pues están constantemente condicionándonos con dicho estímulo, “provocando que sea mucho más difícil dosificar su uso”.
Entre la vida real y la digital
De manera irónica, el hecho de estar conectado 24/7, lleva a que vivamos menos nuestro presente, por la simple razón de que es difícil prestar atención a la vida real cuando estamos tan pendientes de la digital.
Otro de los motivos por los que preferimos la comunicación digital es la adicción al ‘feedback’ o la retroalimentación que recibimos de nuestros cientos de contactos. Es decir, que vivimos pendientes de conseguir “likes” y comentarios en Facebook u otras plataformas por un simple motivo: en nuestro cerebro, concretamente en el sistema de recompensa, esto proporciona una satisfacción inmediata, un placer efímero al que, poco a poco, nos vamos enganchando.
Por otra parte, el mundo virtual o la comunicación ‘a distancia’, nos hace sentirnos más cómodos y libres para expresarnos mejor.
“Hay muchos estudios que hablan de la desinhibición de Internet, ya que en el cara a cara es más difícil, por ejemplo, disimular que la conversación de la otra persona nos está aburriendo, mientras que en Whatsapp los emoticonos nos ayudan a fingir emociones. También es más fácil apagar el teléfono, que levantarte y marcharte en una discusión. Lo que hacemos a través del teléfono es real, pero inconscientemente seguimos dando más valor a lo que ocurre cara a cara. La presencia física de la persona a la que nos dirigimos tiene un peso que desaparece a través del móvil”, concluye la socióloga en una entrevista con la revista Glamour.
Cuestión de modales
El problema del Phubbing sin embargo, es que no solo nos perdemos muchas cosas y no disfrutamos el momento presente, si no que quedamos mal. Y es que ‘Phubbear’ no está bien: ni en una cita, ni con las amigas, ni en una reunión de trabajo, ni en la mesa con tu familia.
La tecnología también se debería empezar a regirse por un protocolo. Y es que hay algunos gestos de cortesía que deberíamos de tener en cuenta y uno de ellos es guardar el móvil cuando estás hablando con alguien. ¿Simple?
Hay instituciones, como la plataforma stopphubbing.com que trabajan desde 2013 para concienciar y tratar de frenar el crecimiento de esta tendencia. Concluyen en el estudio de la Universidad de Baylor que el matrimonio y las relaciones románticas en general están amenazadas. “Cerca del 40-50% de las relaciones son pobres y están caracterizadas por niveles bajos de satisfacción por parte de uno o ambos miembros”, aseguran los autores.
Otra importante conclusión es lo irónico que resulta que los teléfonos, diseñados originalmente como una herramienta de comunicación, funcionen en detrimento de ésta y los avances tecnológicos en este campo estén obstaculizando –en lugar de fomentar- las relaciones interpersonales.
EL PHUBBING: ¿LLEVA AL FIN DEL AMOR?
Esta claro que a más avances tecnológicos, más obstáculos (y nuevas formas de socializar) en las relaciones interpersonales.
El ‘phubbing’ puede ser considerado por muchos expertos una epidemia que, según parece, arruina las relaciones. Así lo confirmó un estudio de la Universidad de Baylor (EEUU) en el que se ha entrevistado a más de 400 personas. “Los resultados sugieren que el phubbing genera conflictos con nuestras parejas, lo que afecta a nuestra relación y, en última instancia, a nuestro bienestar personal”, han explicado los autores, James E. Roberts y ME David.
El 46,3% de los encuestados admitía haber sufrido phubbing por parte de sus parejas y el 22,6% de ellos reconocía que les había “causado problemas” en su relación. Un 33,6% declaró haberse sentido deprimido al menos en alguna de las ocasiones en las que les habían ‘phubeado’. Y es que sentirse ignorado a favor de un móvil no gusta a nadie. Sin embargo, los autores determinan el efecto de esta ‘norma social’ según lo que denominan niveles de ansiedad por apego: si estás en una relación sólida y eres feliz en ella, el phubbing será un problema menor; si tu relación se tambalea es más que probable que el phubbing acabe con ella.
Para evitar que afecte a nuestras relaciones, debes aprender a gestionarlo para hacer que afecte lo menos posible a nuestras relaciones.
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