Publicar en tu cuenta de Facebook que te vas de vacaciones puede tener consecuencias inesperadas, algunos usuarios se encontraron, al volver, con la desagradable sorpresa de que le habían robado. También es frecuente que alguien nos comente que ha visto nuestra cuenta de Twitter con publicaciones de mensajes ofensivos contra otros usuarios. Todo ello sin hablar de las situaciones en las que se malinterpretan las palabras, fotos o vídeos… Esta situaciones se producen constantemente. Y es que las redes sociales son una gran herramienta de comunicación, pero también pueden utilizarse para hacer el mal, incluso cuando ese no es el propósito original.
La difusión de contenidos y las posibilidades de las redes sociales pueden arruinar la vida de un usuario en pocos minutos o ponerlo en problemas como el caso de candidato al gobierno de España que se limpiaba la mano poco después de dar la mano a un niño negro. Con un vídeo de solo ocho segundos se dañó la imagen del candidato.
Otros problemas como la difusión de imágenes comprometedoras, como el sexting, situación de la cual hablamos en una anterior edición, pueden convertirse en un verdadero problema para el usuario.
Cuestiones como la ubicación (revelar dónde se vive o dónde se encuentra actualmente una persona), la presencia de menores en las imágenes, las horas de publicación (incumplimiento del horario laboral) o las situaciones festivas y descontextualizadas (fiestas, borracheras, gestos obscenos…) ofrecen muchos más datos acerca del usuario y su entorno de lo que se puede pensar en un inicio, antes de publicar. Así, en lugar de servir de información, para conocer gente o para compartir momentos, las redes sociales pueden convertirse en canales de información valiosa para ladrones, pederastas, oportunistas, chantajistas o incluso como un motivo de despido o información relevante para no conseguir un puesto de trabajo.
Una sencilla búsqueda en Google de nuestro nombre puede poner en perspectiva a cada persona de la imagen que se vierte de él a través de las redes sociales, recordemos que muchos contenidos son indexados y mostrados en varios buscadores. Un paso en Instagram puede ser retocado en Photoshop y llevar al más completo ridículo a quien lo protagonizaba, aunque su intención solo fuera publicar una foto graciosa en un inicio. Una fiesta de cumpleaños donde el alcohol aparece en el encuadre puede ser muy mal vista por un posible futuro jefe tras una entrevista de trabajo. No parar un segundo a pensar cómo redactar correctamente la descripción o el mensaje que acompaña a una foto puede cambiar completamente su sentido.
También sucede con los casos de bullying y ciberacoso. Una problemática que está afectando a los más jóvenes con casos que, en ocasiones, acaban en suicidio. Las aplicaciones como WhatsApp suelen servir para canalizar el envío de fotos y vídeos comprometedores de un menor por todo el centro escolar.
Tome muy en cuenta que una vez que sube o comparte información en internet pierde el control de la misma, no puede controlar quien la copia o la reenvía , los diferentes fines y usos que se le da, las fotos personales con desnudos o los contenidos comprometedores acaban dando vueltas por internet prácticamente sin remedio ni fin.
Es necesario tomar conciencia del uso y de la información que compartimos en las redes sociales. Con la adecuada precaución podemos mantener contacto con muchas personas, también podemos utilizar estas herramientas para trabajar con marketing o incluso para informarnos.
Evitemos hacer clic en enlaces sospechosos, estos enlaces por lo general llaman nuestra atención y curiosidad y con tan solo hacer clic en ellos para ver el resto de la foto o video descargamos programas maliciosos que comprometen la seguridad de nuestra computadora y/o celular y pueden tomar el control de nuestra cuanta para diferentes fines.
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