Los 'selfies' (autofotos tomadas con la cámara del móvil listas para compartir en la Red) son el nuevo ego-fenómeno que inunda las redes sociales. Antes era una práctica marginal, pero ahora se los hacen hasta Obama o el Papa. Además, pueden ser en solitario o en grupo, como la famosa instantánea de la última edición de los Oscar.
Pero la simpática práctica del postureo casi lleva a Danny Bowman a la tumba. Este joven británico de 19 años dedicaba 10 horas al día a hacerse fotografías a sí mismo en busca de popularidad y aceptación en Facebook. "Podía sacarme 10 fotos antes de ducharme. Luego me hacía otras 10 después y 10 más después de arreglarme. Sacaba 'selfies' en la cama, en el baño, todo el día hasta la madrugada", explica Bowman al Daily Mail.
Hace cuatro años empezó a subir sus autorretratos a Internet para hacer amigos y conocer chicas. Pero en lugar de 'likes', empezó a recibir críticas sobre su aspecto físico, lo que avivó su desmedida afición. "La gente las comentaba, pero los niños pueden ser muy crueles. Una vez, uno me dijo que mi nariz era demasiado grande para mi cara y otro la tomó con mi piel", relata este adolescente nacido en Newcastle. Fue entonces cuando, en busca de la aprobación de los demás, se obcecó con conseguir una instantánea que reflejara su belleza.
Vivía pegado a su 'smartphone' y no podía pensar en otra cosa. La obsesión le obligó a dejar los estudios y a perder más de 12 kilos. Encerrado en casa, ya no veía a sus amigos y la idea de mostrar al mundo un rostro sin defectos se fue apoderando de él. Poco a poco, su salud se deterioró hasta el punto de intentar suicidarse.
"Buscaba el 'selfie' perfecto, y cuando me di cuenta de que no podía lograrlo, quise morir. Perdí a mis amigos, mi educación, mi salud y estuve a punto de perder mi vida", confiesa al Mirror. Incapaz de controlar su desconocida adicción, decidió poner fin a su sufrimiento y arrampló con una caja de somníferos. Por suerte su madre, Penny, se encontraba cerca y pudo salvarle la vida.
Tras lo ocurrido, los médicos le diagnosticaron trastorno dismórfico corporal. Una enfermedad que se caracteriza por experimentar una preocupación desproporcionada por algún defecto físico, real o imaginario. Para su tratamiento, el joven ingresó en un hospital donde lo primero fue curar su dependencia del móvil. Algo que no es tan extraño. Según el Centro de Estudios de Trastornos de Ansiedad, el 53% de los españoles padecen algún tipo de nomofobia (miedo irracional provocado por no tener el móvil en las manos).
Ahora, Danny lleva siete meses sin 'tomarse' una foto y está tecnológicamente desintoxicado. Ha decidido utiliza su imagen para alertar sobre lo que, a su juicio, es "un problema real, como la drogadicción o el alcoholismo".
Por eso colaborar con Fixers, una red social británica donde miles de jóvenes "usan su pasado para arreglar el futuro", y donde ha encontrado una forma constructiva de compartir su trágica experiencia en la Red.
No hay comentarios:
Publicar un comentario