miércoles, 26 de octubre de 2016

¿Qué hacen tus hijos en las redes sociales?



Las redes sociales cada vez son más utilizadas por niños y adolescentes, pero la mayoría de los padres desconoce la actividad que allí desarrollan sus hijos.
El uso de estas tecnologías se puede volver un arma de doble filo en manos de los chicos, porque el riesgo de ser acosados siempre está presente. He ahí la importancia de que los padres ejerzan un buen control, aconseja el psicólogo educativo y clínico Iván Salinas.

En la actualidad, muchos niños y adolescentes manejan mejor que sus padres los celulares, las tablets y las computadoras. Para ellos, la tecnología es natural porque nacieron con ella, agrega Salinas, profesional que trabaja en el colegio Don Bosco, de Sucre.

Nativos digitales

“Los nativos digitales son la nueva generación de niños y niñas que tienen tan naturalizada la tecnología que nada de lo que ven les sorprende, y buscan más fuentes de tecnología, en especial de celulares, donde cada día se crean más aplicaciones móviles”, explica el especialista a ECOS.

“Los niños y adolescentes manejan tan bien la tecnología, los recursos digitales y las contraseñas de los celulares que fácilmente superan a sus papás; incluso saben navegar en internet sin entrar a la red. A veces los padres desconocen ese hecho y les dan a sus hijos celulares sin tomar en cuenta los riesgos a los que están sometiendo a sus hijos”, comenta.

Pero el problema no radica en la red social como tal, sino en la brecha que hay entre los nativos digitales y sus progenitores.

Salinas sostiene que una investigación demostró que los niños y adolescentes de esta generación tienen un nivel de lectura más veloz en pantalla respecto a un adulto.

Si se le pide a un adulto promedio que busque una página en Google, tardará entre 20 y 30 segundos para intentar encontrar lo que quiere. En cambio el niño o adolescente de la época digital ya vio muchos caracteres y decidió qué páginas visitará en menos de cinco segundos. “Pero”, comenta después, “no es garantía de que sea una lectura con mayor profundidad, es como si tuvieran un chip instalado”.

¿A qué edad…?

En criterio de Salinas, los padres deben saber a qué edad sus hijos pueden tener un celular, a qué tipo de tecnología pueden acceder y qué clase de control deben ejercer sobre ellos, porque el acceso a internet y a las redes sociales abre las puertas a un sinfín de contenidos y elementos que no siempre son positivos.

“Muchas veces los padres, cuando están ocupados, les dan su celular a niños de tres o cuatro años para que se distraigan y no les molesten, sin percatarse de que los usos que puedan darle no siempre son los más adecuados”, observa.

Es asi que los padres, antes de darle un celular a su hijo, deben analizar por qué lo están haciendo, tomando en cuenta los pros y los contras.

Es común que lo hagan porque “todos los compañeros de su hijo tienen celular”. Pero están equivocados porque esa no es una razón válida para darles un teléfono móvil. En cambio, otros lo hacen para controlar a su hijo y saber dónde está. Esa razón, según el especialista, sí es válida.

Según Salinas, no es bueno que los niños menores de 12 años manejen una tecnología sofisticada: se les debe dar un modelo de celular básico y sin acceso a internet, solo para que el niño o niña pueda llamar a su papá o a su mamá y, a la vez, recibir llamadas solo de ellos.

Deben tomar en cuenta que existe la posibilidad de que sus hijos sean atracados en cualquier momento debido al celular, por eso es bueno enseñarles a usar y hablar en lugares seguros.

“A los 10 o 12 años, no es mala idea pensar que el hijo pueda tener un celular sencillo, pero evitando introducirlo en la lógica del consumo de ‘tener el último modelo es lo mejor’. Pero, si los padres optan por darle un celular con mayor tecnología, deben crear reglas totalmente claras desde un principio”, aconseja.

El trabajo en lugares alejados o en el área rural obliga a muchos padres a dotar de un celular más avanzado, con Whatssap para mantener una comunicación fluida y económica con su hijo. En estos casos, es bueno pensar quién controlará el uso que su hijo le dará al teléfono móvil.

Aun así, también hay niños de 12 o 13 años que manejan con mucha responsabilidad su celular. “Todo depende de las reglas que impongan los padres y el control que ejerzan sobre ellos. Hay que poner límites claros en cuanto a los horarios de conexión a la red”, reitera el profesional.

Menores y redes sociales

El riesgo de la presencia de menores de edad en las redes sociales es que se exponen ante muchos observadores que ellos no pueden ver. Es importante recordar que hay gente que utiliza las páginas de las redes sociales para localizar chicos y chicas con fines turbios, alerta Salinas.

En el caso de Facebook, dispone que solo personas mayores de 18 años pueden abrir una cuenta. Pero, agrega el psicólogo, “aquí el problema no es la edad en la que un niño puede abrir su cuenta, sino a qué edad tiene acceso a esa tecnología”.

En teoría, Facebook puede controlar a quienes ven o no las publicaciones que suben los usuarios, pero como los chicos y chicas pretenden llegar a la mayor cantidad posible de gente para recibir respuestas, se pueden hacer visibles ante, por ejemplo, depredadores sexuales que buscan a los niños más vulnerables. “Ellos no dimensionan toda la información que dan a conocer”, dice Salinas.

Como los nativos digitales permanentemente buscan nuevos elementos tecnológicos, usan otras redes (además de Facebook, que es la más conocida), como Kiwi o Tinder, donde se puede interactuar con otras personas en forma anónima. Esas tecnologías rara vez son conocidas por los padres.

Otras favoritas son Instagram o Snapchat, cuyas aplicaciones permiten subir fotografías de corta duración, desaparecen automáticamente poco tiempo después, aunque se desconoce su destino. Pueden ser utilizadas por terceros para cualquier tipo de actividad, advierte el experto.

“Hoy en día acceder a la pornografía mediante internet es muy fácil; la pornografía es el segundo negocio más rentable por internet. También se pueden volver fanáticos de algunos videojuegos como Pokémon GO, que se puso de moda en las redes sociales, donde hay la posibilidad de entrar en grupos concretos y no se sabe qué información circula”, agrega el psicólogo consultado por ECOS.

Otro riesgo es que los niños y adolescentes tienen a su disposición material digital que pueden utilizar a su gusto; simplemente es infinito. Por ejemplo, a algunos les gusta subir fotos vistiendo ropa deportiva sugestiva o mostrando sus abdominales, pero esto puede generar un riesgo porque al subirla a la red deja de ser suya para convertirse en pública.

También ocurre que chicos entre los 12 y 14 años necesitan reafirmar su identidad y lo hacen subiendo una fotografía editada y con filtro a su perfil. Así, sabrá “si es lindo” de acuerdo con la cantidad de likes que reciba. “Están tan naturalizados con su propio cuerpo que saben perfectamente qué expresión deben hacer para posar y cuál es su mejor perfil”, detalla Salinas. Por eso es importante que los padres, antes de comprar un celular, deben saber usarlos; caso contrario, tendrán que recurrir a sus hijos cuando no entiendan algo y al final “quien tiene el conocimiento, tiene el poder”.

La brecha de conocimiento entre los que saben mucho y los que tienen poco conocimiento termina siendo un problema, resume el profesional.

Si los padres van a permitir que su hijo acceda a las redes sociales, tienen que acompañarlos permanentemente o investigar qué tanto se puede hacer con las aplicaciones de un celular y qué se puede hacer en esa red.

“Es un desafío para ellos porque esas tecnologías pueden resultarles sofocantes o aburridas, otros sienten que ya no pueden aprender”, finaliza el psicólogo Iván Salinas. •

¿Qué hacer con los celulares?

Los padres deben revisar el celular de sus hijos con ellos.

Los hijos deben entender que tener un celular no es un derecho, sino es un privilegio.

Si se utiliza una tecnología de comunicación sofisticada, se tiene que saber qué se puede hacer y qué no con ella.

Si los padres no saben manejar un celular, deben inspeccionarlo sin miedo. Solo así aprenderán a utilizarlo.

Si no pueden manejar un celular tendrán que pedir a sus hijos que les enseñen, dejando a un lado la vergüenza.

Los celulares no están tan “pensados” para los adultos, sino para los jóvenes, con la lógica: “si tienes tal modelo estás y si no lo tienes… no estás”.

Una relación saludable y una buena comunicación entre padres e hijos es fundamental para que el control del uso del celular del hijo sea armoniosa.

Los padres deben ser lo suficientemente sensibles como para saber cuándo ceder o cuando poner un alto.

Fuente: Psicólogo Iván Salinas

¿Qué hacer con las redes sociales?

Si los hijos menores de edad tienen celular y cuentas en redes sociales, sus padres también deben poder acceder a ellos para controlarlos.

Los padres deben aprender a revisar el historial de visitas de sus hijos, saber quiénes son sus amigos o conocidos y también si borraron algo.

Los papás deben saber quiénes son los contactos de sus hijos, con quiénes chatean y qué tipo de conversaciones tienen entre compañeros o amigos.

Hay que ser coherentes con lo que se dice y se hace. ¿De qué sirve decirle a un hijo ‘no hagas esto o lo otro’ cuando uno hace cosas iguales o parecidas?, aún sea a escondidas.

Grupos adultos en Whatsapp de padres no actúan con congruencia, envían y reciben imágenes eróticas o pornográficas ¿Cómo esperan que actúen sus hijos?
Algunos chicos y chicas tienen hasta diez cuentas diferentes, en las que interactúan activamente en variadas situaciones.

Hay que observar qué páginas visitan los hijos y conocer los contenidos que suben a su perfil.

Es bueno consultar algunas páginas de internet donde aconsejan cómo controlar a los hijos respecto al uso del celular, para que no hagan lo que no deben.

Tener un grado de confianza con los hijos. El rol como padres es ejercer control; esa es una función fundamental.

Tampoco se debe satanizar a la tecnología. Hay que recordar que un arma puede servir para defenderse o para matar: la idea es saber qué se tiene en las manos.

Fuente: Psicólogo Iván Salinas

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