Tayyip, connecting people" es una de las muchas mofas al primer ministro que estos días circulan por las redes sociales.
Subraya un hecho: las atronadoras condenas del primer ministro islamista moderado a los movimientos de protesta incipientes no han hecho más que poner en pie una amplísima red ciudadana.
Activistas y simples ciudadanos, expulsados de las plazas públicas por el gas lacrimógeno se refugian en el ciberespacio, toda una retaguardia para el movimiento, a salvo de las cargas policiales... Hasta ayer.
Esta madrugada, la policía detuvo a 24 personas en sus domicilios en la ciudad de Esmirna, bajo la acusación de "incitar a la revuelta" mediante mensajes en la red social twitter.
"La acusación se basará en el delito tipificado como 'incitación a la violencia', pero no los podrán retener más de 24 horas sin una orden judicial", explicó a Efe Eylem Yanardagoglu, profesora de periodismo en la Universidad de Bahçesehir de Estambul.
La experta destacó que tanto el propio presidente de Turquía, Abdullah Gül, como los ministros turcos de Exteriores y de Asuntos Europeos, además del gobernador de Estambul, utilizan cuentas de Twitter, en un curioso contraste con la opinión que de esta red tiene el jefe de su partido, Erdogan.
"Los altos cargos gubernamentales discrepan del punto de vista del primer ministro y creen que no es capaz de entender a la nueva generación, que es una generación de internautas", añadió.
Yanardagoglu destaca que Turquía es el cuarto país del mundo en número de usuarios de redes sociales.
"La generación de Facebook, nacida a partir de 1990, es la que lidera el activismo y los jóvenes hacen un uso excelente de las redes sociales", observa la profesora.
Destaca que un estudio realizado por su universidad difundió en Internet un cuestionario dirigido a participantes de las protestas y recibió unas 3.000 respuestas en 20 horas.
Según los resultados, el 40 por ciento de los participantes tiene entre 19 y 25 años, y otro 24 por ciento, entre 26 y 30.
Tres de cada cuatro han salido a la calle para participar en las protestas, un 54 % nunca antes había participado en una acción masiva y el 70 % no se siente vinculado a ningún partido político.
"Es un movimiento extremadamente amplio y lo particular de ello es que la gente que utilizaba los medios sociales solamente para enviar fotos de gatitos y participar en videojuegos ahora está en la calle", observa también Merve Alici, diseñadora de publicidad y activista de derechos civiles.
"La gente refleja su vida en los medios sociales; hasta ahora giraban en torno a los gatitos y las fotos de uñas pintadas en Instagram, ahora giran en torno al parque Gezi", añade.
Se refiere al espacio verde del centro de Estambul, donde nació la protesta social hace una semana, para evitar que este pequeño oasis tuviera que ceder a un centro comercial.
"No es que de repente los ciudadanos se hayan dado cuenta de que los medios sociales pueden ser útiles para algo que no encaja en la categoría de ocio. Sucede que ellos han cambiado de repente. Sienten la responsabilidad de comunicarse y mostrar a otros lo que ven", abunda la joven.
Señala que "el colapso de los medios tradicionales ha jugado un papel fundamental en este proceso".
"Si los canales de televisión y los diarios hubieran reflejado la verdad al menos parcialmente, seguramente los medios sociales se habrían utilizado mucho menos", reflexiona Alici.
"Pero la gente encendía la tele y se encontraba unos pingüinos", denuncia, en referencia a la emisión de documentales de naturaleza en el canal CNNTürk, al mismo tiempo en CNN International ya informaba en director de las protestas turcas.
"Esto ha hecho crecer la frustración y la rabia, al tiempo que ha hecho sentir a la gente que es su responsabilidad registrar lo que está ocurriendo", concluye la joven activista.
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