martes, 11 de septiembre de 2018

La república de Wikipedia



Todos los días, después de comer, Lourdes Cardenal se sienta delante del ordenador y no se levanta hasta las seis de la tarde: hora de su café con leche y tostada con mermelada de naranja amarga. Ahora está trabajando en un artícu­lo sobre Asiria: ampliándolo y añadiendo referencias. Ella misma lo escribió el 13 de septiembre de 2004. Fue una de sus primeras aportaciones a la Wikipedia en español, la filial de la popular enciclopedia online que ni los más optimistas apostaron a que llegaría tan lejos: no solo sigue existiendo, 17 años después de su creación, sino que es la quinta web más visitada del planeta, solo por detrás de Google, YouTube, Facebook y el buscador chino Baidu. Maestra que dejó de ejercer después de casarse y amante del arte, Cardenal empezó a editar con 63 años. Hoy tiene 78 y es una de las wikipedistas más veteranas y esmeradas. “No somos unos sabios”, defiende con entusiasmo.

“Simplemente vivimos con el afán de que otros aprendan lo que nosotros hemos aprendido”. Para no olvidarse, en un papel ha apuntado la larga lista de temas sobre los que ha escrito: despoblados, monasterios, cerámica, indumentaria, zarzuelas… No concibe su vida sin Wikipedia. Y jamás hubiera imaginado que esa afición tardía la llevaría en 2015 a los salones del teatro Campoamor de Oviedo para recoger el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, que reconocía el valor de esa “enciclopedia libre, políglota y editada colaborativamente” que tantas alegrías le había dado. “Los voluntarios hemos seguido trabajando por nuestra propia satisfacción. Wikipedia es un fenómeno asombroso. Yo creo que ni Jimmy Wales se lo acaba de creer”.

Jimmy Wales (Huntsville, Estados Unidos, 1966) apenas tenía tres años cuando su madre compró una enciclopedia de 22 tomos para niños. Cuando aprendió a leer, pasaba horas consultando las entradas ilustradas con fotografías en blanco y negro. En 1994, tras terminar la universidad, se mudó a Chicago para trabajar en una compañía financiera —era un agente bursátil concienzudo y certero, pero no demasiado agresivo, según su jefe—, y cuatro años después se fue a San Diego para empezar una nueva vida: utilizó sus ahorros para lanzar un portal web. Eran los 90, en el mundo antes de Google, y por entonces Yahoo era el rey. El negocio iba razonablemente bien, así que Wales decidió experimentar y, de paso, cumplir un sueño de infancia: quería crear una enciclopedia online que se llamaría Nupedia. Contrató a Larry Sanger, un doctorando de Filosofía al que había conocido en un foro de internet, para que gestionara el proyecto y en marzo de 2000 se pusieron a trabajar: pedían artículos a expertos, que luego sometían a un proceso de siete pasos y que, superadas todas las revisiones, publicaban en la red en su versión definitiva. El método de trabajo habitual en las enciclopedias clásicas. El objetivo era que, con el tiempo, Nupedia se sostuviera con ingresos publicitarios. Pero, tras un año de trabajo, el balance no era prometedor: había 21 artículos publicados y 150 en borrador. Algo debía cambiar.

Sanger se enteró de que existía una herramienta de software denominada wiki que permitía escribir y editar de forma colaborativa. Y decidieron probar suerte: Wikipedia nacía el 15 de enero de 2001. En un mes ya habían superado los 1.000 artícu­los y no tardarían en aparecer ediciones en francés, español, italiano, alemán, ruso… Hoy suman 301 idiomas. Casi dos décadas después, Wales aún recuerda que el tráfico se multiplicaba mes a mes y él mismo debía instalar los servidores. Si un proyecto tan utópico —acceso libre a la suma del conocimiento en un solo lugar y mantenido por voluntarios— ha triunfado, cree, es porque “una enciclopedia libre representa una idea inspiradora y emocionante. Es un sueño materializado: esto es lo que internet debería ser. Además, editar Wikipedia es divertido. Si pasas unas horas del domingo investigando y escribiendo un artículo, te vas a dormir sintiendo que el mundo es algo mejor”.

Wales es una de las personalidades más destacadas del internet, el padre de uno de los grandes tesoros de la red: un compendio del conocimiento libre que suma más de 15.000 millones de páginas vistas al mes, más de 47.000 millones de artículos y 72.000 editores activos. Un movimiento que perdura gracias a la dedicación y la capacidad de los voluntarios, y que se enorgullece de su diferencia: en sus páginas no hay publicidad, su única vía de financiación son las donaciones. También es, como le gusta señalar a la prensa anglosajona, el único miembro no multimillonario del club de los fundadores de las webs que acaparan la atención mundial —Mark Zuckerberg, Larry Page y Sergey Brin, Jeff Bezos…—. “Aquí en Londres hay montones de banqueros que ganan más de lo que yo ganaré nunca, pero mi vida es 10 veces más interesante. El éxito de Wikipedia no reside solo en su popularidad: es la demostración de la colaboración colectiva. Además, gracias a ella puedo conocer a quien quiera, participar en proyectos muy estimulantes y tener voz para opinar en asuntos que me importan, como la libertad de expresión”, dice Wales.

El estadounidense vive en Londres desde 2012 y ahora trabaja en las oficinas de su nueva aventura, WikiTribune —que, a pesar del prefijo, es una iniciativa totalmente independiente de Wikipedia—, en The Shard, el rascacielos proyectado por Renzo Piano a orillas del Támesis. Ahora Wales quiere aplicar la fórmula Wikipedia a las noticias: en WikiTribune, que aún está en fase de prueba, los artículos serán sometidos a una revisión tanto por parte de periodistas profesionales como por miembros de la comunidad. Se trata, subraya, de no desperdiciar la “inteligencia colectiva” relegándola a los comentarios al final de la página. Periodismo de evidencia, lo llama. “Me perturba la idea de que vivamos en un mundo posverdad. Es una locura. El modelo de negocio de los medios de comunicación lleva mucho tiempo bajo ataque y hasta los diarios serios se enfrentan al dilema de hacer periodismo de calidad, que es muy caro, o contratar a chavales para escribir contenidos virales, que es muy barato. Hay que encontrar nuevos modelos”.

No debemos esperar unas oficinas como las de Google, advierten. “Somos una asociación sin ánimo de lucro”, justifica John Lubbock, responsable de comunicación de Wikimedia UK, entidad afiliada a la Fundación Wikimedia, organización que respalda Wikipedia y otros proyectos hermanos menos conocidos como Wikcionario, Wikiviajes, Wikiversidad o Wikinoticias. Impulsada por Wales en 2003, con sede en San Francisco y 302 empleados repartidos por todo el mundo, esta fundación dirigida por Katherine Maher se nutre de donaciones para realizar sus actividades: en el ejercicio 2016-2017 recaudaron $us 91 millones y cerca del 90% de los aportes proceden de particulares que dan una media de 15 dólares.

La oficina de Wikimedia en Londres tiene una pequeña sala de reuniones y el resto del espacio lo ocupan las mesas de sus nueve trabajadores. “Aquí nos dedicamos a apoyar los proyectos de Wikimedia y a la comunidad, a recaudar dinero, pues nos financiamos con una dotación de Wikimedia y fondos propios, y a establecer proyectos de colaboración con instituciones culturales y educativas”, explica Lubbock. En los principios, crear una nueva entrada en Wikipedia o modificar una existente era tan sencillo como apretar el botón de “Editar”. Ni siquiera hacía falta registrarse. “Ahora somos una comunidad enorme y hay más reglas”, precisa. “Requiere de un cierto aprendizaje. Por eso, cada vez organizamos más talleres para no perderse en Wikipedia”.

“Pobres novatos”, suelen repetir con una media sonrisa los colaboradores más experimentados. ¿Por qué no se puede crear la biografía de x persona? ¿Por qué me han borrado la corrección que hice? ¡Solicito la intervención de un bibliotecario! Son mensajes habituales en las páginas de discusión de la enciclopedia, que, entre sus normas de buen funcionamiento, recuerda a los veteranos que no sean hostiles con nadie en general y con los nuevos en particular. Hay mucho trabajo por hacer. Evidentemente, no siempre atienden a razones, esta plataforma colaborativa no es ajena a las disputas, pero carece de la toxicidad que campa a sus anchas en muchos foros de internet. “Creo que, en general, tenemos un ambiente saludable porque nunca dijimos: ‘Wikipedia está con la libertad de expresión sin cortapisas. Expresa lo que quieras’. Siempre tratamos de que hubiera un comportamiento adecuado”, asegura Wales. Y quienes velan tanto por la calidad del contenido como por la armonía de la comunidad son los propios voluntarios. La enciclopedia tiene una compleja jerarquía de usuarios que poseen determinados derechos de edición y gestión de las páginas. Por ejemplo, solo los confirmados, es decir, aquellos que hayan realizado un mínimo de 50 ediciones, podrán editar páginas que han sido semiprotegidas para evitar vandalismos, y los bibliotecarios, la principal figura encargada del mantenimiento del orden en la Wikipedia en español son elegidos por votación y entre sus atribuciones se encuentran las de borrar o restaurar páginas y bloquear a otros usuarios. El poder de Wikipedia reside en Wikipedia. La comunidad se rige por una serie de políticas y convenciones alcanzadas por consenso: la Fundación Wikimedia se ocupa de prestar el soporte técnico y de la redistribución de los recursos, pero no interviene en su funcionamiento diario ni ejerce ningún tipo de control sobre el contenido. Es una república independiente. El mismísimo Wales tuvo sus más y sus menos con los empoderados editores cuando quiso cambiar su fecha de nacimiento: su partida dice que vino al mundo el 8 de agosto de 1966, pero en realidad lo hizo el 7 por la noche. Cuando trató de corregir el dato, los wikipedistas se opusieron, y ahí se iniciaría un debate que tardó años en resolverse. Y en realidad, a los usuarios no les faltaba razón: había un documento oficial que respaldaba la fecha errónea y tan solo el testimonio de Wales para defender la enmienda. De hecho, fue él quien se encargó de perfilar los principios que los voluntarios veneran por encima de todas las cosas: los artículos deben estar bien escritos, ser neutrales en sus puntos de vista y apoyarse en fuentes fiables y verificables.

No tiene explicación. Es un vicio. Un virus. Casi un estilo de vida. Los wikipedistas siempre están pensando en el siguiente artículo. Y no viven la actualidad como el resto de los mortales: cuando se produce una noticia, ellos están pendientes de introducir las novedades en la enciclopedia (y de contener a los trolls con ganas de divertirse), que se actualiza a un ritmo vertiginoso. A Julen Lopetegui le nombraron entrenador del Real Madrid antes del anuncio oficial y editores veteranos tuvieron que frenar el entusiasmo de quienes se adelantaron a los acontecimientos —en todas las entradas de la enciclopedia hay un historial y una página de discusión donde pueden consultarse todos los cambios y los, en muchos casos, encendidos debates que suscitan—. A fin de continuar con las actualizaciones, Lourdes Cardenal organiza excursiones con su marido, Nicolás —él hace las fotos— y visita despoblados, uno de los temas que le apasiona.

En marzo, durante una entrevista en el marco del festival South by Southwest en Austin (Texas), Susan Wojcicki, directora ejecutiva de YouTube, anunció que iban a aliarse con Wikipedia para batallar contra la proliferación de teorías conspirativas y desinformación en esta plataforma de video de Google. Unas semanas después, Facebook también comunicó que sus ingenieros estaban trabajando con la enciclopedia para frenar las fake news en la red social. Dos gigantes tecnológicos se encomendaban a una organización sin ánimo de lucro, de presupuesto ajustado y sostenida por voluntarios, para tratar de resolver una crisis de calado.

En la comunidad wikipedista recibieron la noticia como un espaldarazo a su trabajo: atrás quedaban los tiempos en los que se cuestionaba la fiabilidad de una enciclopedia que, aunque imperfecta, se ha esforzado por mejorar la calidad de su contenido. Otro triunfo para la historia de Wikipedia, donde todavía resuena el dictamen de la prestigiosa revista Nature, que, tras un riguroso análisis, concluyó que los artículos científicos de Wikipedia apenas tenían nada que envidiar a los de la canónica Encyclopedia Britannica: “Nuestros revisores encontraron una media de cuatro errores en cada entrada de Wikipedia y tres en las de Britannica”.

Para Wales es una buena noticia que este tipo de compañías valoren las millones de páginas de Wikipedia. “Somos una entidad sin fines comerciales y un enorme recurso público que todos, particulares y empresas, pueden utilizar. Nuestro contenido es libre. Pedimos a nuestros lectores que donen y creo que estas compañías que se benefician del trabajo de la comunidad igual deben poner su parte”.

El patrimonio wikipedista es muy útil para Google, que obtiene de la enciclopedia buena parte de la información que ofrece en su Gráfico de Conocimiento —el recuadro que aparece a la derecha en determinadas búsquedas y que, si por ejemplo se busca a “Clara Campoamor”, permite ver de un vistazo sus datos biográficos, sus principales libros y personalidades relacionadas—; para asistentes de voz como Siri de Apple o Alexa de Amazon, que hallan en Wikipedia la respuesta a preguntas que les plantean, o para todos aquellos que trabajen en inteligencia artificial y necesiten entrenar a sus algoritmos.

Según Maher están ante una gran oportunidad. “No queremos depender de las donaciones de una única compañía, pero sí sería importante para nosotros lograr un compromiso de apoyo a largo plazo de distintas empresas, porque estamos creando un fondo que asegure el futuro de Wikipedia incluso en el caso de que desapareciera la Fundación Wikimedia”.

En teoría, Wikipedia no debería funcionar. Su destino lógico era el caos. Pero, en la práctica, lo hace. Aunque para apuntalar su futuro Wales desgrana varias tareas pendientes. “Tenemos que seguir cultivando una comunidad saludable, porque de otro modo desapareceríamos, y debemos adaptarnos a los cambios tecnológicos. Cuando empezamos, los smartphones no existían y ahora el 50% de nuestro tráfico se realiza desde estos dispositivos, que nos traen muchos lectores, pero también queremos editores y no es tan sencillo escribir un artículo desde un móvil. Eso representa un reto”. La diversidad es otro punto débil: menos del 20% de los voluntarios de Wikipedia son mujeres. “Estamos tratando de corregir el desequilibrio, y no solo por corrección política, sino por la calidad y diversidad del contenido. El wikipedista medio es un hombre occidental de 28 años, soltero y sin hijos, y por tanto muchas realidades le son ajenas. Necesitamos una comunidad variada para cubrir toda la experiencia humana”, justifica.

Desde 2015, Wikimedia España ha organizado 33 jornadas de edición colectiva —denominadas editatonas, del inglés edit-a-thon, combinación de los términos edit y marathon— para reducir la brecha de género y mejorar los contenidos sobre los logros de las mujeres en las ciencias, la literatura o la informática. En la versión en español, las biografías femeninas se sitúan en un 20% —la media global es del 17%—. María Sefidari, vicepresidenta de la Fundación Wikimedia y voluntaria desde 2006, terminó su maratón exhausta. Ella escribió o tradujo artículos de mujeres notables como la bioquímica australiana Rita Harradence o la antropóloga donostiarra Begoña Aretxaga. Aún no sabe si repetirá. “Fue duro”, recuerda. “Pero hay que aprovechar este recurso, único en internet, para luchar contra los sesgos y, sobre todo en el caso de las mujeres, contra las inhibiciones internas que nos llevan a preguntarnos: ‘¿Quién soy yo para escribir sobre determinado tema?’”.

Todos los martes. De 18.30 a 20.30. El grupo de trabajo Cuarto Propio se reúne en uno de los laboratorios del centro cultural Medialab-Prado, en Madrid. ¿Su misión? “Queremos que haya más referentes femeninos en Wikipedia. Porque faltan”, explica Carmen Galdón Corbella, fundadora de esa iniciativa que nació en 2015. Su núcleo duro está formado por ocho miembros —el colectivo está abierto a hombres y, de hecho, desde hace tres meses el profesor de lengua y literatura Jesús Eloy Pérez Alonso acude (casi) todos los martes: está cubriendo lagunas en la categoría de autoras de novela juvenil—. “Aquí realizamos una lectura colaborativa de todos nuestros artículos. Nos celebramos y aplaudimos cuando publicamos”, relata Mónica Fernández. Cuarto Propio ha creado las biografías de la matemática María Pazos y la fotógrafa Paula Anta, y ha retocado la de Amparo Barayón para que sus méritos —fue pianista y activista— figurasen antes que el oficio de sus padres o su matrimonio con el escritor Ramón J. Sender. Una vez acumulen más experiencia de edición aspiran a remangarse con entradas más peliagudas como patriarcado, feminismo o violencia machista que, en su opinión, no reciben el tratamiento debido en la enciclopedia. “Pensamos mucho los artículos de mujeres que escribimos para que estén impecables y no puedan decirnos que no son interesantes o enciclopédicamente relevantes. Editar es relativamente sencillo, pero luego te topas con la trastienda humana y los juegos de poder, que también los hay: esta enciclopedia es un reflejo de la sociedad”, asegura Galdón. “Wikipedia engancha porque te permite ver tu contribución colectiva. Es emocionante y empoderante saber que puedes escribir la historia”. O, al menos, reescribirla.

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