lunes, 9 de marzo de 2015

El curioso caso de una ladrona de perfiles en redes sociales

Te presento a Leah Palmer. Es una chica británica, atractiva, soltera, de veintitantos años, que actualmente vive en Dubai.
Tiene una presencia bastante activa en las redes sociales y a menudo chatea con familiares y amigos en sitios como Facebook, Instagram y Twitter.
Si eres hombre, puede que te hayas fijado en Leah en la app de citas Tinder en busca de romance.
Ignora al hombre de la foto: es su molesto exnovio.
En realidad, Leah Palmer no existe.
La mujer de la imagen es Ruth Palmer y está felizmente casada con Benjamin Graves, sí, el hombre de la foto.
Ruth descubrió recientemente que durante los últimos tres años alguien ha estado robando sus fotografías, de su familia y de sus amigos en las redes sociales y armando una red de perfiles falsos que se comunican entre sí.
Esta persona, que se hace llamar Leah Palmer, describió al marido de Ruth como "psicótico ex" en su versión de las fotos y tuvo relaciones online con al menos seis hombres diferentes.
Todos ellos pensaban que estaban conectándose con Ruth, la mujer de la imagen.
Mientras que la Palmer auténtica tiene 140 seguidores en Instagram, Leah tiene más de 800 y todas sus fotografías (más de 900) son de Ruth y sus amigos.

RARO Y FALSO Ruth recién descubrió a su "doble virtual" en enero de este año.
"Un día una de mis viejas amigas de la universidad me envió un mensaje:´¿Has visto esta imagen? ¿Sabes de quién es?´", le contó a la BBC.
"Me mandó una de foto donde yo aparecía con algunos amigos de la universidad de hace cuatro años, pero era una captura de pantalla de la cuenta de Instagram de otra persona".
Ruth y su amiga miraron la cuenta y vieron que tenía un montón de imágenes.
"No sólo mías, también había fotos de mis amigos".
Las imágenes provenían de una mezcla de redes sociales de sus propias cuentas y de cuentas de sus amigos.
"Era todo muy raro y muy falso".
Cuando Ruth vio que la falsa Leah estaba contactando hombres con estos perfiles, consiguió hablar con algunos de ellos a través de Skype, siempre acompañada de su marido.
En seguida se daban cuenta de lo que había pasado, cuenta Ruth, porque la Leah con la que habían hablado por teléfono tenía un acento completamente diferente.
"Algunos de estos hombres tenían relaciones online con ella, habían intercambiado imágenes explícitas… No puedo ni imaginarlo".
"Uno de ellos había roto con una novia real para tener una relación por internet con esta chica que pensaban que era yo".
Un hombre le contó que había encontrado a Leah en Tinder.
"Yo ni siquiera sabía lo que era Tinder", dice Ruth.
Ruth trató de llamar a Leah al número de teléfono que le había dado a sus citas.
"Tenía dos teléfonos. El primero sonó, atendió, solo llegué a decir ´hola´ y ella colgó en menos de dos segundos".
"Después de alrededor de una semana los números ya no estaban en uso".
Trabajo de detective
La verdadera Palmer contactó a las compañías de redes sociales que le dijeron que Leah había sido rápida para eliminar los perfiles falsos, pero pronto proliferaron otra vez.
La policía le ofreció apoyo, pero como no se había cometido ningún crimen y la persona no usaba el nombre completo de Ruth, poco pueden hacer.
Ruth dice que siempre mantuvo sus cuentas con la configuración de privacidad máxima.
"No tengo páginas ni perfiles públicos. Nunca los tuve porque soy consciente de que hay gente que puede hacer este tipo de cosas".
"Traté de hacer mi propio trabajo de detective y lo único que puedo pensar es que quizás cuando abrí mi cuenta en Instagram quizás tuve un perfil abierto muy brevemente".
Pero la idea obvia e incómoda es que "Leah" puede ser alguien que la conoce.
"Han creado perfiles de mi mamá, de mis amigos… y todas estas cuentas falsas tienen conversaciones entre sí".
Ruth decidió difundir su experiencia para llamar la atención sobre casos como estos.
"¿Qué puedes hacer si algo va mal en las redes sociales? Tiene que haber algo, así sea apoyo o un cambio en las leyes", dice.

ANZUELO Para el experto en seguridad Alan Woodward, de la Universidad de Surrey, es un clásico caso de anzuelo online.
"Para ser justos con la policía, ¿qué pueden hacer ellos?".
"Si alguien está haciendo un mal uso de una imagen, ¿qué puedes hacer? Hay millones de imágenes subidas a internet cada día".
"Pienso que debe haber algún crimen relacionado (con este caso), ¿si no por qué alguien se tomaría la molestia?", añade Woodward.
"Personalmente creo que no debes poner nada en las redes que no quisieras ver publicado en un periódico local", dice.
"Las configuraciones de privacidad cambian, las condiciones de búsqueda cambian… Sólo hace falta que las imágenes estén disponibles por un par de minutos para copiarlas en la computadora de otra persona".
El abogado experto en derechos de autor Adam Rendle dijo que el único recurso de Ruth Palmer podría ser a través de las fotografías que causaron el problema en primer lugar.
"El impostor o impostora no tendrá los derechos de las fotos y videos de la víctima, la persona que tomó esas fotos probablemente sí".
"La víctima podría por lo tanto utilizar el copyright para impedir que el impostor use ese material".
"Las plataformas generalmente responden a los requerimientos de retirada (de material) basados en los derechos de autor", dice Rendle.

ROBO DE IDENTIDAD La práctica de usar las fotos de otra persona cuando se busca pareja por internet ocurre bastante, según el experto en seguridad en la web Graham Cluley.
"A muchas personas les cuesta que las redes sociales tomen medidas".
Generalmente los afectados no saben que sus fotos se están usando en otra parte a menos que lo descubran por casualidad, explica Cluley.
"Hay buscadores de fotos como Tineye.com en los que puedes subir una imagen y ver dónde aparece en la red".

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