Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han creado la posibilidad de mantenernos conectados los 365 días del año, 24 horas al día. Sin duda, esta oportunidad nos genera un sinnúmero de beneficios; sin embargo, ¿estamos preparados para manejar todos los alcances de esta oleada de información?
El lado sombrío de las comunicaciones dice relación con una nueva forma de violencia y crueldad a través del envío o publicación de material dañino para otro/a o mediante la implicación en formas de agresión utilizando internet u otras tecnologías; lo cual se ha denominado Cyberbullying (en sus distintas formas). Las estadísticas indican que, ya en el año 2007, en EE.UU, se reportaron alrededor de 100% de casos de Cyberbullying, un 48% eran cybervíctimas y 21% cyberagresores.
En este marco, surge un nuevo concepto llamado Sextorsión que es definido por expertos como la “realización de un chantaje bajo la amenaza de publicar o enviar imágenes en las que la víctima se muestra en actitud erótica, pornográfica o manteniendo relaciones sexuales”. Este tipo de chantaje puede ser utilizado por mayores o menores de edad, y en contra de ambos; además, la imagen con carga sexual -que permite el acoso- puede haber sido obtenida legítima o ilegítimamente y puede utilizarse como medio para solicitar dinero o exigir relaciones sexuales con el chantajista para la posterior producción de pornografía.
Lamentablemente, hemos sido testigos de varios casos que han conmocionado a la opinión pública. Estos episodios se han hecho famosos por involucrar a personas conocidas y/o jóvenes anónimos ilustrando prácticas sexuales que deberían mantenerse en la intimidad. Así se abre la discusión entre lo público y privado, entre los límites de lo permitido y lo adecuado.
Lo peligroso de este tipo de chantaje es que afecta a la población más jóven de nuestra sociedad; principalmente, porque no son tan conscientes del peligro que implican las redes sociales y, sobre todo, porque estas redes les son muy cómodas pues les permiten desarrollar sus capacidades y relaciones sin las típicas restricciones de la vida diaria.
Como todo tipo de acoso, la sextorsión tiene consecuencias, tanto para el acosador como el acosado, y es importante conocerlas. La mayoría de las víctimas y victimarios, tienden a minimizar las consecuencias de estas acciones, tachándolas de simples “bromas”. Sin embargo, este tipo de chantaje puede dañar profundamente la integridad de una persona, transformándola en víctima de agresión sexual e incluso, violencia de género.
La recomendación es, sobre todo, para cuidar que este tipo de chantaje no afecte a menores de edad -menos conscientes de sus acciones en el plano relacional de lo que puede ser un adulto-. Lo importante es mantener un actitud abierta para poder hablar con los jóvenes sobre sus problemas y preocupaciones, buscando siempre ser una figura en quien se pueda confiar. En este contexto, se puede informar y prevenir de los aspectos negativos de las nuevas tecnologías y cómo sostener un buen manejo de la información que se publica o envía a través de ellas.
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